Hace un tiempo al subirme al ( Metro), me senté plácidamente en un asiento y me instalé cerca de la puerta, por aquello de la comodidad al bajar; pero, no bien había recargado mi codo en el pasamanos intentando dormir; entró una pequeña mujer, de menuda silueta y blanca cabeza, que me extendió la mano pidiéndome algo para poder comer.
Como hacía apenas unos días, que falleciera mi madre, miré sus ojos y me dolió su tristeza que me reflejó la mía y busqué en mi bolso, aunque sea una moneda, pero... no me quedaba más que lo que ocuparía para poder llegar a mi hogar.
Entonces, reparé en que mi hermana me regaló una bolsa de panes que ella suele vender, y sin pensarlo, tomé uno de ellos y lo puse en su mano; No me dijo nada, se salio presurosa, para entrar de nuevo y besar mi mano. Yo, ¡No espera tal cosa! y ella... se disculpó y se salió de nuevo, pero nuevamente, regresó y sonriendo me dijo, ¨GRACIAS HIJA MÍA¨.
Cuando llegué a mi casa me comí el otro pan, y puedo decir...¡ Que es el pan más dulce que he probado jamás!
¡SALUDOS A TODAS LAS ABEJITAS QUE ANDAN ...POR AHÍ!
